Blessed Be the Fruit: santa Brígida y las resignificaciones religiosas en el referéndum
sobre el aborto en Irlanda

Elena Monzón Pertejo y Victoria Bernad López

Universitat de València

elena.monzon@uv.es; vicberlo@alumni.uv.es

Resumen: La fotografía de Olivia Harris, Blessed Be the Fruit, muestra a santa Brígida de Kildare, patrona de Irlanda, sujetando una pancarta en apoyo a la derogación de la Octava Enmienda de la Constitución de dicho país. Esta performance se inscribe en el clima previo al referéndum que tuvo lugar en 2018 en la República de Irlanda para decidir si se revocaba la ley que prohibía la interrupción voluntaria del embarazo. Esta fotografía y otras manifestaciones artísticas constituyen la base para realizar un estudio sobre la identidad nacional de Irlanda y sobre la figura de santa Brígida, personaje doblemente resignificado: primero por la apropiación del cristianismo, luego por el activismo feminista pro-elección.

Palabras clave: Artivismo; Arte feminista; Santa Brígida; Megan Scott; Olivia Harris; Octava Enmienda; Aborto; Nacionalismo; Irlanda.

Blessed Be the Fruit: Saint Bridget and the Religious Re-significations in the Referendum on Abortion in Ireland

Abstract: Olivia Harris’s photograph, Blessed Be the Fruit, shows Saint Bridget of Kildare, patron of Ireland, holding a banner for repealing the Eighth Amendment to the Irish Constitution. This performance is part of the climate prior to the referendum that took place in 2018, in the Republic of Ireland, to decide whether to repeal the law that prohibited the voluntary interruption of pregnancy. This photograph and other artistic manifestations constitute the basis for a study on the national identity of Ireland and on the figure of Saint Bridget, a character doubly re-signified: first for the appropriation by Christianity, then by pro-choice feminist activism.

Keywords: Artivism; Feminist art; Saint Bridget; Megan Scott; Olivia Harris; Eighth Amendment; Abortion; Nationalism; Ireland.

Recibido: 27 de febrero de 2022 / Aceptado: 17 de junio de 2022.

Introducción

La fotografía de Olivia Harris, Blessed Be the Fruit (2018), fue –junto a otras de la misma fotógrafa– ganadora del World Press Photo 2019 en la categoría de reportajes fotográficos en temas de actualidad. Dicho premio comporta un reconocimiento a nivel mundial y la oportunidad de formar parte de una exposición itinerante recorriendo museos y galerías de todo el mundo. La obra ganadora de Harris muestra a la activista Megan Scott ataviada como santa Brígida de Kildare, patrona de Irlanda, en una de las principales calles comerciales de Dublín [1]. Scott porta un cartel en el que se lee Repeal, vote yes! La fotografía se inserta en un lugar y momento muy concreto: la República de Irlanda de 2018, previa a la votación del referéndum sobre la continuidad o derogación de la Octava Enmienda que, desde su implantación en 1983, prohibía el aborto bajo cualquier circunstancia, independientemente de que el embarazo fuera fruto de violación o supusiera un riesgo para la vida de la mujer. En distintas entrevistas, Olivia Harris explicó cómo llevó a cabo este reportaje y los motivos que le llevaron a realizarlo. Harris, británica de raíces irlandesas, viajó durante el año previo al referéndum por el país, fotografiando y entrevistando tanto a los defensores como los detractores de la Enmienda, siendo respetuosa con ambas posturas (Lachowskyj, 2019).

En este artículo, la fotografía de Harris, entendida como un elemento del activismo feminista para promover el voto para eliminar la Octava Enmienda, es el punto de partida para reflexionar sobre la construcción de la identidad nacional irlandesa unida al catolicismo y lo que ello supone para los derechos de las mujeres. Así, se ha realizado un recorrido cronológico por la formación del estado irlandés y las leyes sobre el aborto hasta llegar al referéndum de 2018, momento en el que se inserta la fotografía de Harris. El foco de atención principal es la cultura visual que forma parte activa de todo este proceso, especialmente la utilización por parte de Megan Scott de la figura de Brígida de Kildare, primero colonizada por el cristianismo y luego resignificada por el artivismo feminista como herramienta estratégica para su campaña. Como marco teórico, se ha recurrido a cuestiones identitarias y legislativas, al papel de las estrategias artísticas feministas (Deepwell, 2020) y a la función de las imágenes religiosas recicladas y, por tanto, resignificadas. Estas resignicaciones conllevan una crítica hacia la religión, esto es, una apropiación de la imaginería religiosa con interpretaciones no religiosas fuera de los espacios de culto. Estas imágenes, siguiendo a Alena Alexandrova (2017), son valiosas herramientas tomadas de la visualidad cristiana para criticar a la misma, alejadas de consideraciones espirituales. Con ello, ponen en cuestión aspectos propios de la cultura dominante y sus prejuicios hacia las mujeres derivados, en buena parte, de convicciones y tradiciones religiosas. Para entender este uso, resulta necesario conocer la construcción de la leyenda de la patrona de Irlanda.

La leyenda de Brígida: el mundo celta y la colonización cristiana

Brígida (451-525) nació en Faughart, condado de Louth, hija de un rey celta y madre cristiana, esclava de este (McCarthy, 2000: 255-281). Desde niña destacaba por su caridad y hermosura, características que la acompañaron toda su vida. Cuando su padre quiso casarla, ella, deseosa de entregar su vida a la castidad y a Dios, rezó pidiendo que se le afeara la cara para ser rechazada por los pretendientes. Este primer milagro toma diferentes versiones dependiendo de la fuente escrita. Existen diversas biografías sobre su vida, pero ninguna de ellas es coetánea, por lo que existen pocos hechos históricos y gran cantidad de leyendas alimentadas por el folclore. Una de las biografías más antiguas es la de Cogitosus –Sanctae Brigidae, siglo VII– en la que, entre otros sucesos, cuenta que se le reventó un ojo (Rodríguez, 2012: 21). En la Leyenda Dorada (Vorágine, 2017: 903) se narra que se quedó tuerta y en otras leyendas que se le secó y deformó la cara. En lo que todas las versiones coinciden es en que consiguió dedicar su vida a ser religiosa, alejándose así del matrimonio. Fue la biografía en verso escrita por Donatus (siglo IX) la que ayudó a difundir su culto por Europa (Rodríguez, 2012: 22)1.

Entre los milagros más conocidos de la santa destaca el de extraer leche en grandes cantidades de una sola vaca, por lo que este animal se convirtió en uno de sus atributos más característicos (Vorágine, 2017: 904-905; Réau, 2000: 243). Por otra parte, las diversas historias sobre la santa narran de forma parecida el nacimiento del monasterio que regentó. Construyó una celda de oración bajo un roble –árbol sagrado para los druidas– alrededor del que se unieron otras religiosas. Con el tiempo, se convirtió en un monasterio mixto del que fue abadesa hasta su muerte. En torno a este primer monasterio surgió la ciudad de Kildare –la celda del roble–, nombre que se ha tomado para acompañar a la santa en relación a su labor religiosa en el monasterio cercano (Rodríguez, 2012: 22).

Debido a la mezcla existente entre los pocos datos históricos, el folclore y las leyendas, la mayoría compiladas tiempo después de la vida de la santa en cuestión, se puede incluso llegar a dudar de la existencia real del personaje. Así, todos los datos recopilados sobre Brígida llevan a pensar que esta es el resultado de la cristianización de la diosa celta Brigid (Berger, 1985; Rodríguez, 2012: 24-25), una de las deidades precristianas más importantes. El Imbolc, festividad celta de esta diosa y de la fertilidad, tenía lugar a inicios de febrero, y la diosa aparecía con otro de sus atributos característicos: una cruz hecha con juncos. Con la colonización cristiana, se sustituyó a esta por una santa que adquirió no solo su nombre sino también sus atributos y devociones. Esta estrategia del cristianismo dirigía a los nuevos fieles asimilando las antiguas religiones con el cristianismo (Ó Duinn, 2005). Esta hibridación entre la diosa y la santa supone, en ocasiones, una confusión a la hora de identificarlas tanto en la visualidad como en las fuentes. A ello se le suma también una tercera Brígida, santa Brígida de Suecia (1302-1373), quien tomó de la de Kildare su nombre por lo que la confusión de las tres figuras es una constante en su estudio (Réau, 2000: 244-247).

Entre los milagros menos conocidos de santa Brígida se encuentra el aborto practicado a una joven novicia. Al ser la santa heredera de la cultura celta, el pecado que supone el aborto para el cristianismo no sería visto como tal hasta la Edad Media. Cogitosus narra la interrupción milagrosa de este embarazo no deseado, realizado con la señal de la cruz sobre el vientre de la monja:

Cierta mujer que había hecho el voto de castidad cayó, por el deseo juvenil de placer y su útero se hinchó con el niño. Brigid, ejerciendo la fuerza más potente de su fe inefable, la bendijo, haciendo que el niño desapareciese, sin nacer y sin dolor. Ella devolvió fielmente a la mujer la salud y la penitencia (Connolly & Picar, 1987: 16).

Este texto, escrito en el 650 d. C., es el más antiguo testimonio conocido de un aborto en Irlanda. Los milagros relacionados con los abortos en Irlanda no son exclusivos de santa Brígida. En otro relato, San Ciarano de Saigir (516-546) rescató a Bruinnech, una monja que había sido violada por el rey local. Entender estos abortos fuera de contexto también podría llevar a comprenderlos de forma errónea: todos los abortos realizados por santos no son más que una manera de devolver la dignidad a una mujer violada o una monja que ha roto su voto de castidad, por lo que no se pueden entender como interrupciones de embarazos en general que no supongan, para la mentalidad cristiana, una recuperación de su estado virginal y casto, estado ideal prescrito por dicha religión para las mujeres y, por lo tanto, obligadas al celibato. Las penitencias impuestas por abortos en los siglos VI-VIII eran menores a las penas impuestas por los pecados sexuales de un religioso. El Penitencial de Vinnian (siglo VI) indica que si una monja quedaba embarazada y abortaba debía ayunar seis meses a pan y agua; si por el contrario daba luz al niño, el ayuno duraría seis años y al séptimo podría volver a ponerse el hábito blanco y ser declarada virgen. Dar a luz a un niño fuera del matrimonio, realizar sexo oral o abusar de un menor, eran pecados mucho más duramente castigados que la interrupción voluntaria de un embarazo. Una vez más, se comprueba que tanto los abortos realizados como las penas impuestas en la Edad Media tenían que ver con la restitución del honor y la virginidad de las mujeres, fueran religiosas o solteras laicas (Callan, 2012).

Megan Scott presentándose como Brígida de Kildare y sus atributos –la cruz y la estola con símbolos celtas– inserta a esta figura en el contexto contemporáneo, concretamente en el artivismo feminista pro-elección. De este modo, la hibridación del personaje es utilizada intencionadamente para la reivindicación del derecho al aborto. Así se está resignificando el personaje, subvirtiendo la normativa patriarcal del ideal de mujer elaborado por el nacionalismo irlandés, tal y como se muestra a continuación.

El ideal de mujer en la identidad nacional irlandesa y el catolicismo

Tras siglos de ocupación británica, en 1922 se proclama el Irish Free State, configurándose como un país independiente pero miembro de la Mancomunidad Británica de Naciones, lo que suponía reconocer al monarca de Reino Unido como jefe del Estado. En 1937, el país se separó de la Mancomunidad y se creó el cargo de presidente, convirtiéndose formalmente en república en 1949 y adoptando su nombre actual, República de Irlanda. El poder de la Iglesia Católica se incrementó con su colaboración con el Irish Free State, erigiéndose como garantes de la moral nacional. Un método fundamental para la identidad nacional fue la diferencia entre Irlanda y Reino Unido a través de la religión, lo que dio lugar a un refuerzo del poder del catolicismo, un emblema de la identidad, obteniendo la Iglesia un papel fundamental en las cuestiones de carácter sexual. Los líderes eclesiásticos y políticos del Irish Free State construyeron una identidad nacional para las mujeres que solo incluía a estas como madres y esposas, convirtiéndolas en paradigma nacional. Para las que no cumplieran este canon, se generaría todo un entramado legislativo con el objetivo de eliminar la amenaza que suponían (Smith, 2007: 1-20).

Esta encarnación se concretó legislativamente limitando a la mujer al espacio doméstico en su tarea de esposas, madres y guardianas del hogar y la familia. Así queda recogido en la Constitución, cuyo preámbulo comienza ya bajo el signo religioso de la autoridad de la Santísima Trinidad –«En el nombre de la Santísima Trinidad, de quien procede toda autoridad»–, que se repite en numerosas ocasiones –«Todos los poderes del gobierno (…) bajo la autoridad de Dios (…)»–, para luego, en numerosos artículos, hacer mención al papel de la familia como núcleo primordial de la nación y el papel de las mujeres en todo ello. En el artículo 41, la familia se reconoce como «grupo constitutivo natural», siendo «una institución moral poseedora de derechos inalienables e imprescriptibles» en donde «(…) con su vida en el hogar, la mujer otorga al Estado un apoyo sin el cual no puede alcanzarse el bien común» (Artículo 41, 1-1º y 2-1º)2.

Entre los discursos visuales del nacionalismo irlandés se encuentra la imagen de Mother Ireland, cuyo origen se remonta a los siglos XVII y XVIII. Dicha imagen terminó por asociarse, a mediados del XIX, con la de la Virgen, al plantear en ambos casos la imagen de una madre doliente por el sacrificio de sus hijos; en nombre de la patria en el caso irlandés, por la humanidad en el caso de Jesús. De este modo, María se convierte, una vez más, en modelo para las mujeres irlandesas (Campo, 2014: 13-23).3 En consecuencia, las mujeres irlandesas han cargado con la tarea de representar o, más bien, encarnar la nación, con conceptos como el de «Madre Irlanda», una madre –la Virgen María– que nunca «asesinaría» a sus «hijos», lo que se traduce, dentro del pensamiento católico, en que nunca abortaría. Así, la nación ha sido codificada como una mujer. No se trata únicamente de una carga simbólica a la hora de imaginar la nación, sino que esta representación conlleva también codificaciones legislativas que afectaban directamente a la vida de las mujeres. Por lo tanto, se produce un paso de lo simbólico a lo material mediante la legislación, prohibiendo a las mujeres trabajar fuera del hogar o impidiéndoles el acceso a anticonceptivos o al aborto.

La familia funcionaba como célula de la Iglesia, como institución a nivel micro de la opresión hacia las mujeres. En el ámbito audiovisual, películas como The Magdalene Sisters (Peter Mulan, 2002) o Sinners (Aisling Walsh, 2002), sitúan sus tramas en las Lavanderías de la Magdalena en las décadas de los 60 y 70, presentando a la Iglesia católica como el poder que controla la vida, la familia y las instituciones. Las mujeres que no cumplían los estándares morales eran recluidas en estas lavanderías, tratadas como esclavas que, con su trabajo, suponían una importante fuente de ingresos para la Iglesia. Su encarcelamiento se debía a que en sí mismas encarnaban un peligro para la seguridad moral de la nación al estar esta íntimamente vinculada con el catolicismo, convirtiéndose en un enemigo de la patria por incumplir los preceptos católicos que les distinguían de los invasores protestantes (Scarlata, 2016).

Estas películas muestran cómo la familia y el clero trabajaban en coalición para erradicar a las mujeres que amenazaban la ilusión de una castidad y pureza nacional bajo el prisma de género. Si la familia es el pilar fundacional de la nación, estar fuera de la familia significaba situarse fuera de la nación. Mientras que la idea de una nación sin estado fue implantada por los nacionalistas durante la ocupación británica, el estado postcolonial perpetuó el exilio pero dentro de sus propias fronteras, permitiendo que las familias encarcelasen a sus hijas aunque estas fueran legalmente adultas. Así, estas películas construyen la imagen de Irlanda como una prisión para las mujeres por ser una amenaza para la arquitectura identitaria, elevando las conductas individuales a transgresiones nacionales (Scarlata, 2016; Smith, 2007)4.

La Octava Enmienda a la Constitución de 1983 y los referéndums de 1992

Aunque el aborto estaba penalizado desde 1861, los grupos en contra de la libertad de elección veían amenazas que podrían llevar a la legalización del aborto, tal y como había sucedido, en 1973, en los Estados Unidos con el caso Roe v. Wade. Así, en 1981 se inició la campaña Pro-Life Amendment que lograría que se produjera el referéndum de 1983 (Field, 2018: 609). Con dicho referéndum se introdujo la Octava Enmienda a la Constitución que se convertiría en la ley por la que «el Estado reconoce el derecho a la vida de los no nacidos, igualando su derecho a la vida al de la mujer» (artículo 40.3.3) 5. Las activistas feministas iniciaron toda una serie de campañas, acciones y exposiciones artísticas para reclamar el derecho de las mujeres a decidir. Este movimiento se inició con artistas como Pauline Cummins, Louise Walsh, Shelagh Honan o Jesse Jones a inicios de la década de los noventa (Chan, 2018). Así, Olivia Harris y Megan Scott, fotógrafa y activista de la imagen Blessed Be the Fruit, estaban continuando una estrategia artística que contaba con varias décadas de tradición.

En 1992 se produjo, por una parte, el denominado Caso X y, por otra, varios referéndums. El Caso X resulta relevante no solo a nivel social sino también legislativo ya que la sentencia de la Corte Suprema de abril de 1992 sentaba el precedente legal que aceptaba como causa justificada para el aborto la existencia de riesgo para la vida de la mujer. Dicha sentencia es el resultado del caso de una niña de 14 años que había sido violada y a la que se le prohibió viajar a Inglaterra para abortar, teniendo como consecuencia tendencias suicidas en la menor. Uno de los referéndums estaba íntimamente vinculado con el Caso X, ya que proponía suprimir la decisión de la Corte Suprema. También en noviembre de 1992, se votó en referéndum las iniciativas que proponían eliminar el derecho de las mujeres a viajar para practicarse un aborto, así como el derecho a la distribución de información sobre abortos en el extranjero (Field, 2018: 611-612). En junio del mismo año, se había realizado el referéndum para la ratificación del Tratado de Maastrich. Aunque inicialmente las cuestiones relativas al aborto y el Tratado de Maastrich pueda parecer que no tienen nada en común, a continuación se muestra lo íntimamente relacionadas que estaban para los católicos conservadores irlandeses (Martin, 2012: 75-76).

En material gráfico de la época [2] y [3] aparecen los manifestantes contrarios tanto al derecho al aborto como a la ratificación del Tratado de Maastrich, que supondría la integración total en la Unión Europea en el año 20006. La postura de dichos manifestantes se basaba en la creencia de que la integración total en la Unión Europea conllevaría el desvanecimiento de la nación irlandesa. Las mujeres portaban imágenes de la Virgen, de manera que mujeres, Virgen María, aborto, nación irlandesa y el Tratado estaban en clara vinculación (Martin, 2012: 64). La Virgen se convierte en estandarte del sector pro-vida, mostrando a María como madre de los no-nacidos. De esta forma, la prohibición del aborto se convirtió en un asunto vinculado con las fronteras nacionales, convirtiéndose más que nunca en signo identitario, siendo los cuerpos de las mujeres los que encarnaban, simbólica y físicamente, los límites de la nación en su diferenciación de otras nacionalidades europeas y de la propia Europa, convirtiéndose en auténticas fronteras físicas de Irlanda. Por lo tanto, la correlación entre la nación, la Iglesia y los cuerpos de las mujeres se convirtió en un asunto de estado. No obstante, también hubo numerosas acciones de repulsa hacia el Caso X, con manifestantes pidiendo perdón a la menor y avergonzándose de su nacionalidad [4].

La campaña por el derecho al aborto

En 2012 se funda la campaña por el derecho al aborto, cuya primera manifestación tiene lugar en Dublín, seguida de numerosas acciones en otras ciudades a lo largo de los siguientes años. De hecho, en octubre de 2012 se produce la muerte de Savita Halappanavar tras una sepsis por un aborto espontáneo ante el que se le negó ayuda hospitalaria, ya que Irlanda era «un país católico», demostrándose cómo el catolicismo continúa en el siglo XXI como elemento identitario. Este hecho hizo que se intensificaran las manifestaciones, convirtiéndose la muerte de Savita, como se verá más adelante, en icono de la lucha en 2018. En diciembre de 2012, en parte a raíz de la muerte de Savita y de la presión europea, el gobierno de la República de Irlanda inició los movimientos para legalizar el aborto en determinados casos, convirtiéndose en ley en el mismo año (Lentin, 2013: 130-133). En 2016 se funda la coalición Repeal the Project para eliminar la Octava Enmienda, uniendo a diversos grupos que luchaban por los derechos reproductivos de las mujeres e iniciando toda una serie de campañas y acciones que perdurarían hasta el referéndum de 2018. La muerte de Savita había tenido tanto impacto en la sociedad con sus consecuentes movilizaciones que el tema del aborto se introdujo de pleno en la campaña electoral para las elecciones generales de 2016 (Field, 2018: 613).

Además, el año 2016 es el momento en el que se rompe abiertamente con la cultura del silencio7. Un elemento clave fue el uso de las redes sociales, en concreto la cuenta de Twitter #Twowomentravel, creada por dos mujeres que viajaban a Reino Unido para acceder a la interrupción voluntaria del embarazo8. Los primeros tuits son imágenes que se limitan a fotografiar salas de espera. En total enviaron 28 tuits en un periodo de dos días. Su objetivo era romper el silencio de las aproximadamente 12 mujeres irlandesas que viajaban diariamente a Reino Unido para tener acceso al aborto. Las creadoras de la cuenta esperaban que compartiendo la experiencia por una red social se ejerciera algún tipo de presión sobre el gobierno para reformar la legislación, etiquetando en sus tuits al primer ministro irlandés de ese momento, Enda Kenny. De hecho, en otro de los tuits las mujeres ya hacían explícito su mensaje: «Nos solidarizamos con todas las mujeres exiliadas por Enda Kenny, sus predecesores y seguidores», en un momento en el que en Irlanda el aborto comportaba hasta 14 años de prisión. De hecho, esta ruptura del silencio fue un elemento clave en toda la campaña pro-elección, en la que numerosas mujeres contaron abiertamente, a lo largo de todo el país, sus experiencias personales. El objetivo era eliminar el estigma existente sobre el aborto, hablando en primera persona, como estrategia no solo para ganar el referéndum de 2018 sino también para que las mujeres tuvieran su propia voz tanto en el ámbito privado como en el público (Ralph, 2020: 36-38).

Desde 2016 hasta la celebración del referéndum se produjeron numerosas acciones feministas para eliminar la Octava Enmienda. Muchas manifestantes portaban carteles con proclamas como «mi cuerpo, mi decisión» o «mantened vuestros rosarios fuera de mis ovarios», eslóganes que se pueden ver en manifestaciones feministas de todo el mundo occidental. No obstante, también se produce otra resignificación religiosa, en este caso literaria, al utilizar el formato propio de las citas bíblicas para reclamar el derecho al aborto, con la cita a Fallopians 4:28, como si de un versículo bíblico se tratara, pero en este caso aludiendo a las trompas de falopio y a los cuatro días de menstruación en ciclos de 28 días [5].

El reportaje de Olivia Harris

El reportaje de Olivia Harris forma parte de todo este ambiente previo a la realización del referéndum. La fotoperiodista quiso tratar por igual las posturas pro-vida y pro-elección. Los primeros adoptaron un carácter anormalmente pasivo, la Iglesia apenas hizo campaña en contra de la derogación y sus miembros optaron en muchos casos por el silencio. Por el contrario, las llamadas pro-elección hicieron uso del teatro y las performances para apoyar la derogación de la Enmienda con el lema pro-elección y no pro-aborto. De esta manera, sería más fácil dar a conocer sus postulados de forma menos radical frente a los indecisos. La fotografía que se ha utilizado como punto de partida para este artículo, Blessed Be the Fruit, ofrece tanto a nivel formal como significante particularidades que apoyan la elección de la misma como eje principal. El esquema compositivo de la fotografía es de relevancia para su comprensión. Megan Scott, ataviada como santa Brígida, se encuentra en el centro de la imagen y las personas anónimas de su alrededor se mueven con libertad a ambos lados. Se podría pensar que la libertad de movimiento comentada no fuera tal, ya que en la zona derecha de la imagen la mayor parte de las mujeres captadas por la cámara avanzan hacia ella y, en la parte izquierda la mayoría de los hombres dan la espalda al objetivo.

Asimismo, el lugar escogido para la fotografía corresponde una de las principales calles comerciales de Dublín a plena luz del día, a lo que se une el uso del flash, generando un contraste entre el tabú y oscuridad en relación al aborto bajo la Octava Enmienda y la fotografía de Harris, repleta de luz y en un lugar público. Al respecto, la fotógrafa apunta que: «el comercialismo está en todas partes: es brillante, colorido y está en tu cara. Entonces, cuando uso el flash y el color de esta manera, aunque a primera vista parezca desarraigado de la realidad, creo que es un reflejo más fiel del periodo que estamos viviendo» (Lachowskyj, 2019). De este modo, con Blessed Be the Fruit se muestra, a través del color y la luz, la visibilidad que las artivistas pro-elección querían dar al aborto, para que no quedara excluido de la vida diaria y ocultado hasta el punto de llegar a ser un peligro para la vida de las mujeres como hasta ese momento había sido. Asimismo, Megan Scott hace uso de una estrategia propia del artivismo feminista, como es tomar un elemento tradicional, al que el público está acostumbrado –la imagen de santa Brígida– y resignificarla, generando así una subversión al presentarla con la pancarta a favor de la eliminación de la Octava Enmienda. De este modo, se produce una tensión que desafía los estándares sociales provocando una nueva experiencia, visualidad y reflexión por medio de la performance:

The promise of art activism is that they can redefine both how art and politics can be understoos by bringing together unexpected elements and new configurations, encouraging us to see the world and how it operates differently and presenting different models of art production and social organization (Deepwell, 2020: 10).

El nombre elegido por Olivia Harris para su fotografía, Blessed Be the Fruit –Bendito sea el fruto– hace referencia, por una parte, a la oración cristiana del Ave María por la que se alaba su embarazo virginal y, por otra, a la serie El cuento de la Criada (The Handmaid’s Tale) que desde su estreno el 26 de abril de 2017 fue mundialmente conocida también por esta misma oración. La serie, basada en la novela homónima de Margaret Atwood, plantea un mundo distópico donde las mujeres fértiles son violadas sistemáticamente para incrementar la natalidad. En esta sociedad, las criadas, receptáculos de fetos consecuencia de las violaciones, se saludaban diciendo: «Bendito sea el fruto». Esta situación puede ponerse en relación con la vivida en Irlanda antes del referéndum para derogar la Octava Enmienda, por la que las mujeres eran obligadas a dar a luz en contra de su voluntad. De este modo, las activistas adoptaron en una de sus intervenciones la vestimenta de las criadas de la serie [6]. Lo mismo sucedió en el estado de Texas así como en las elecciones presidenciales de febrero de 2018 en Costa Rica.

Las fotografías que componen el reportaje ofrecen información sobre las distintas posturas de los ciudadanos, como sucede en la titulada Croagh Patrick, condado de Mayo [7]. En el centro de esta fotografía se muestra a un sacerdote católico ataviado con casulla blanca y estola y a un hombre con un rosario y camiseta blanca donde se puede leer Choose live. Este último se encuentra arrodillado ante el sacerdote para confesarse en lo alto de la montaña que da nombre a la imagen. Harris entrevistó a los hombres que realizaban esta peregrinación y confesión todos los años para pedir perdón por los abortos de las mujeres y por los hombres que no han sabido «defenderlas». En la misma línea pro-vida se encuentra la fotografía The Special Ones, donde un hombre muestra orgulloso su espalda con tatuajes de los rostros de sus nueve hijos, reivindicando la familia numerosa y entendiendo la interrupción voluntaria de un embarazo como una ofensa para la naturaleza y, sobre todo, para Dios. Otra de las fotografías –Katie, montañas de Wicklow– continuaba el ejemplo de las familias católicas irlandesas pero, al realizar la entrevista a la niña, se mostró una vez más el vínculo entre catolicismo, patriarcado y nacionalismo. La niña, a imitación del sacerdote de Croagh Patrick, viste de blanco con una cruz de madera. Al igual que el resto de fotografías pro-vida, esta se inserta en un paisaje natural donde, esta vez, predomina el amarillo de las flores al igual que en la estola de Scott en Blessed Be the Fruit. Katie quería ser sacerdote, pero sabía que una mujer no podía ocupar ese puesto. En 2010, el Vaticano indicó que consideraba la participación plena e igualitaria de las mujeres en la iglesia como un pecado grave (Bedoya, 2010). Esta fotografía, junto con su historia, parece estar alejada del reportaje del referéndum de 2018 pero resultó ser otro ejemplo de cómo son tratadas las mujeres y niñas por la Iglesia católica, sin capacidad de decisión. En palabras de Harris: «La familia de Katie es orgullosamente irlandesa y, debido a la historia del dominio británico en Irlanda, ser de la República de Irlanda a menudo significa defender el catolicismo. Está increíblemente ligado a la identidad y cultura irlandesas» (Lachowskyj, 2019).

En cuanto a las fotografías que muestran las acciones de las activistas pro-elección, se encuentran también Cassanras, Limerick y Nuestro trabajo endulza a otros. Limerick [8]. En la primera, la acción reivindicativa de las mujeres se traduce en unos disfraces oscuros y alargados que reflejan el trato oscuro del país hacia las mujeres. Las activistas realizaron un desfile silencioso por Limerick con espejos en sus cabezas para, en palabras de la artista Alice Maher, «reflejar en la sociedad irlandesa su propia hipocresía flagrante». La segunda imagen muestra un estandarte con una vulva bordada y el eslogan «nuestro trabajo endulza a otros». Las imágenes que muestran a los pro-vida, se han realizado, generalmente, al aire libre en directo contacto con la naturaleza y la tradición; en cambio, las pro-elección se representan a pie de calle en un contexto urbano. Las activistas pro-elección utilizaron el teatro, el Street Art y las performances como medios para expresar que su postura iba dirigida al derecho a la libre elección: tener la oportunidad de tomar las riendas sobre las decisiones en sus propios cuerpos no estaba confrontado con la decisión de otras mujeres de no querer abortar. Harris afirma que las activistas

[...] se dieron cuenta de que sería un error desafiar las creencias religiosas de las personas y que era mucho mejor enmarcar el debate en torno a la elección: no tienes que apoyar el aborto, solo tienes que apoyar el derecho de la mujer a elegir (Lachowskyj, 2019).

En cambio, la población a favor de la continuidad de la Octava Enmienda no tuvo la misma actividad que en campañas anteriores: no se manifestaron, ni hicieron uso de la imagen de la Virgen María para reflejar sus argumentos pro-vida, al contrario que las defensoras del derecho de las mujeres a elegir que escogieron a la ya resignificada santa Brígida, convirtiéndola en icono de sus postulados.

El referéndum de 2018: Repeal the Eighth

En los años anteriores a la realización del referéndum, contexto en el que se inserta el trabajo de Harris, las artivistas pro-elección, como se ha comentado, eligieron la pintura, el teatro y las performances, entre otras acciones artísticas, como herramientas de su campaña. Así se rescata la historia de Savita Halappanavar convirtiendo su imagen en un icono para concienciar sobre los peligros que supone no poder elegir [9]. En el mural destacan los mensajes dedicados a ella como en relación directa al referéndum para derogar la Octava Enmienda como, por ejemplo, «tu país te ha fallado, mi sí va por ti, nunca más» o «No elijas la muerte, vota sí» [10]. La Octava Enmienda no solo había prohibido el aborto, sino que también había incrementado su estatus de tabú, por lo que las campañas previas al referéndum fueron decisivas para terminar con el silencio que envolvía los abortos, la sexualidad y la anticoncepción. Otros factores que beneficiaron la derogación de la Enmienda fueron diversas noticias de prensa que recogían los numerosos abusos sexuales realizados por parte de sacerdotes (Reuters, 2009), las fosas comunes halladas en una de las últimas lavanderías de la Magdalena en funcionamiento hasta los años noventa, donde se encontraron más de 150 restos de mujeres de cuyas muertes no se había dado parte, y el informe sobre la alta tasa de mortalidad entre los recién nacidos en estas lavanderías en el periodo que comprende de 1992 a 1998 (BBC, 2013). Finalmente, el 25 de mayo de 2018, el 67% de la población votó a favor de la derogación de la Octava Enmienda.

Conclusiones

La elección de Brígida de Kildare como icono del movimiento pro-elección no es en absoluto casual ni se ha elegido solo por ser patrona de Irlanda. Al igual que los pro-vida habían elegido a la Virgen como protectora de la vida y de los no-natos, las pro-elección eligieron a esta santa por varios motivos: en primer lugar, es heredera de la druidesa celta Brigid, por lo que recupera el sustrato celta irlandés en la cual no se contemplaba el aborto como pecado, ya que estos no existieron como tal hasta el cristianismo de la Edad Media. El milagro de la leche de la vaca de santa Brígida de Kildare es heredado también de la druidesa Brigid ya que era diosa de la fertilidad. Además, en las penas por abortos medievales, se contempla como castigo menor tanto la interrupción del embarazo por violación como por resultado del deseo sexual. Por todo ello, se demuestra una vez más el uso de resignificaciones religiosas en las estrategias del artivismo para subvertir los elementos opresores y convertirlos en reivindicativos del feminismo.

El viaje de Olivia Harris a Irlanda para realizar este reportaje, nació con la intención de poner de relieve el atentado contra la libertad de las mujeres que suponía no poder decidir sobre su propio cuerpo en pleno siglo XXI. Para ello, la fotógrafa, como se ha visto, decidió fotografiar ambas posturas enfrentadas: los pro-vida, a favor de la Octava Enmienda y con firme posicionamiento en el catolicismo y la tradición, y las pro-elección, personas dispuestas a derogar dicha Enmienda y conseguir la libertad del derecho a elegir. En el reportaje se ha podido comprobar las diferencias entre las fotografías de un colectivo y de otro. Las imágenes elegidas para presentar a los pro-vida son familiares y tradicionales, realizadas en su mayoría en paisajes naturales, aludiendo a ese gran porcentaje de población conservadora que vive en parajes rurales irlandeses. Para ellos, el aborto se concibe como lo antinatural, lo ofensivo para la naturaleza y para Dios, por lo que la elección de la montaña, los campos de flores o las granjas como escenarios en los que retratarlos, resulta significante tanto en cuestiones religiosas como en aspectos identitarios debido al fuerte vínculo que, como se ha mostrado, existe entre catolicismo y nacionalismo irlandés. En cambio, las artivistas pro-elección son retratadas en un contexto urbano, haciendo uso de la pintura, el teatro y el grafiti, en definitiva, en unos escenarios urbanos, modernos y dinámicos, apoyando el cambio hacia una sociedad libre. Así, tal y como apunta Katy Deepwell (2020: 9) el artivismo feminista, en su lucha contra los elementos opresores hacia las mujeres, introduce nuevas formas artísticas, alejadas de los canónicos circuitos del arte, llevando las estrategias artísticas feministas a pie de calle y, de este modo, retomando una estrategia propia del feminismo como es el desafío a las tradicionales divisiones entre lo público y privado que, en este caso, no es únicamente privado sino también un tema tabú.

Para finalizar, hay que tener en cuenta que la proyección del sí a la derogación continuó en los años posteriores al referéndum. En 2019, la revista Time incluyó a las tres codirectoras de Together for Yes, plataforma formada por todos los grupos pro-elección, dentro de su lista de las cien personas más influyentes en el mundo gracias a su trabajo en la campaña irlandesa. Ello ha supuesto un reconocimiento internacional y un apoyo para las mujeres que vivían y viven en lugares donde el aborto y los derechos reproductivos aún no son legales o están bajo amenaza. De hecho, en el estado de Texas, en septiembre de 2021 se restringió el derecho al aborto. Por el contrario, en otros casos recientes se ha producido su legalización, como en Argentina en 2020 o en Colombia donde, el 21 de febrero de 2022, la Corte Institucional despenalizó el aborto hasta la semana veinticuatro gracias al movimiento Causa Justa a través de las redes sociales y las continuas manifestaciones en la calle.

Notas

1 Respecto a las distintas ediciones de la vida de la santa, véase Esposito, 1913.

2 <https://www.constituteproject.org/constitution/Ireland_2015.pdf?lang=es>.

3 Véase también Lyons, 1996.

4 James M. Smith (2007) acuña el término «Nation’s Architecture of Containment».

5 «The State acknowledges the right to life of the unborn and, with due regard to the equal right to life of the mother, guarantees in its laws to respect, and, as far as practicable, by its laws to defend and vindicate that right».
En: <https://www.irishstatutebook.ie/eli/1983/ca/8/enacted/en/print#sec1>.

6 <https://www.europarl.europa.eu/about-parliament/es/in-the-past/the-parliament-and-the-treaties/maastricht-treaty>.

7 Respecto a la ruptura de la cultura del silencio y las redes sociales véase Kissing, 2018.

8 Todo ello fue recogido por la BBC (2016). En: <https://www.bbc.com/news/blogs-trending-37156673>.

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