Claridades. Revista de filosofía

vol. 17 | núm. 2 | 2025 | páginas 113-136.

El mal como misterio de la libertad en la filosofía de Vladimir Soloviev y Nikolai Berdyaev

Evil as a mystery of freedom in the philosophy of Vladimir Soloviev and Nikolai Berdyaev

Catalina Elena Dobre

Universidat Tecnológico de Monterrey | México

Fecha de envío: 14/06/2024 | Fecha de aceptación: 28/01/2025 | DOI: 10.24310/crf.17.2.2025.20097

Introducción

Las tensiones que acompañaron la formación de una filosofía rusa en el siglo XIX caracterizada por la división de los intelectuales en eslavófilos y occidentalistas1, las influencias del marxismo, el hegelianismo, pero también el sello del misticismo religioso, y el sufrimiento del pueblo ruso, así como los movimientos sociales y políticos, crearon el ámbito propicio para el surgimiento de dos filósofos que han impactado más allá de sus propias circunstancias en el pensamiento de Occidente: Vladimir Soloviov y Nikolái Berdyaev.

Aunque dos personalidades totalmente diferentes, con pensamientos filosóficos distintos -Soloviev con un pensamiento sistemático y Berdyaev con un pensamiento existencial- ambos fueron pensadores cristianos con una visión ecuménica que han logrado retratar tanto los problemas de sus épocas, como la necesidad de revalorizar la persona humana atrapada en una telaraña de ideologías. Ambos tienen como raíz de su pensamiento la filosofía mística de Jacob Boehme2 y la filosofía idealista de Schelling3; pero también a ambos les inquietó la cuestión de la libertad humana además de que los dos son parte de la corriente filosófica rusa llamado realismo místico que, aunque reconoce la realidad empírica, afirma la existencia también de una realidad superior; se trata de una filosofía que buscaba comprender al hombre, su destino cósmico y la responsabilidad moral en la historia. Con otras palabras, en ambos hay un pensamiento que se propone unir la filosofía occidental con elementos del cristianismo ortodoxo ruso, por lo que se buscaba una reorientación social e histórica a partir del sentimiento religioso4.

Es una filosofía más de índole existencial, marcada por una inquietud religiosa en base a una vivencia mística. Como bien enfatiza Berdyaev: «en la cultura rusa durante el siglo XIX, el tema religioso tuvo una importancia decisiva» (1948: 156). En otras palabras, el pensamiento ruso del siglo XIX se centró también en solucionar los problemas metafísicos y cósmicos, y no sólo en problemas sociales.

Se podía decir que Berdyaev es el discípulo indirecto de Soloviev, ya que no se conocieron; Berdyaev creando su obra en la primera mitad del siglo XX y Soloviev muriendo en el año 1900. Como mencionaba, hay muchos lazos que unen a estos pensadores: desde la cultura e historia rusa, es decir desde la famosa idea rusa5, pasando por la religión cristiano-ortodoxa, el misticismo de sus ideas, una mirada preocupante hacia la historia, y Dostoievsky6.

Los dos filósofos fueron conocedores de la obra de Dostoievsky, el gran genio ruso, quién había ya advertido sobre el mal como una manifestación de la libertad, sobre los demonios de la sociedad y sobre el peligro de los bienhechores, a través de la figura del Gran Inquisidor. Dostoievsky consideraba que el bien y el mal son manifestaciones de la libertad, ya que cuando se trata de una voluntad arbitraria la libertad se transforma en el mal, dejando el espacio a un corazón dividido que en cualquier momento está dispuesto a hacer el mal, aunque éste se presenta como bien7.

No voy a insistir sobre el concepto de mal en Dostoievsky, pero quise enfatizar que su idea del mal también tuvo una influencia en cómo, tanto Soloviev, como Berdyaev entenderán este concepto; es decir, en ambos pensadores hay una preocupación constante sobre el tema del mal como expresión de la libertad y como una manifestación de la realidad, generando las siguientes preguntas: ¿Puede ser el mal superado? ¿De qué naturaleza es el mal? ¿Estamos condenados a repetir el mal?

Es verdad que el tema del mal ha sido un tema recurrente en la filosofía, sin embargo, el objetivo de este artículo es presentar que las posturas de Soloviev y Berdyaev, representan un acercamiento original al tema del mal. Es decir, ambos consideran que el mal es una manifestación, una fuerza de la libertad igual que el bien, y que, en la naturaleza humana, el mal es una presencia latente que se actualiza en el momento en el cual el ser humano decide actuar desprendido de su naturaleza divina. Por lo mismo la figura del Anticristo8 en Soloviev representa la disrupción de la naturaleza humana y su desprendimiento de la divino-humanidad; mientras que para Berdyaev, aunque es una disrupción, a la vez el mal es necesario para la transformación espiritual.

I. El mal como el advenimiento del Anticristo en la visión de Soloviev

Nikolai Berdyaev dijo, en cierta ocasión, que la filosofía de cualquier país se enorgullecería de tener entre sus representantes a Vladímir Soloviev (1853-1900). Considerado el primer creador de un sistema filosófico ruso, y uno de los más originales pensadores, inclusive de Europa9. Desafortunadamente, el sistema filosófico de Soloviev quedó inconcluso, ya que se encontraba en proceso de reestructuración cuando lo interrumpió su inesperada y prematura muerte a los 47 años. Aun así, fue un pensador que adelantó mucho a su época, tratando problemáticas que se iban a debatir ya en el siglo XX. Es verdad que lo tacharon de reaccionario junto con Dostoievsky, Berdyaev o Lev Shestov. Pero tan importante es Soloviev para el pensamiento filosófico ruso que se afirma con razón que «así como es imposible imaginar la literatura moderna rusa sin Dostoievsky, así es difícil imaginar la filosofía rusa, sin Soloviev» (Kostalevsky, 1997: 3).

Con estudios filosóficos profundos, pasando por estudios del pragmatismo y del marxismo y ante la decadencia de la cultura del occidente y su orientación hacia el positivismo y la ciencia, Soloviev decide ser un pensador metafísico y religioso. Toda su indagación filosófica y toda su escritura estará enfocada en hablar sobre el perfeccionamiento humano con relación a valores del cristianismo. Inicia su labor filosófica con una crítica a la filosofía occidental que había renunciado a sus valores sagrados, cristianos a cambio del pragmatismo, el utilitarismo, y la ciencia; y se propone crear una filosofía como una alternativa al pensamiento occidental, con la intención de ofrecer una alternativa a la civilización occidental, fragmentada y moribunda. «Su alternativa consiste en una reinterpretación del cristianismo para hacer de éste lo que debe ser, la fuerza real capaz de transfigurar y espiritualizar la realidad» (Calzada, 2014: 119). Es por eso por lo que las inquietudes de Soloviev fueron metafísicas, morales y espirituales.

En su trabajo, el pensamiento metafísico está totalmente relacionado con las reflexiones éticas y estéticas. Es decir, si bien toda la construcción filosófica de Soloviev va enfocada en el concepto de divino-humanidad10 y la realización de esto a través del amor, la belleza, la bondad y el bien, el concepto de mal no le fue ajeno, al contrario. Como bien afirma Francisco José López Sáez «el gesto ético maduro de Soloviev fue reconocer el mal en su espesor inclusive apocalíptico, y a pesar de ello mirar al Bien» (2012: 7).

Por lo mismo, su tratado de moral, la obra La justificación del bien la escribe tarde en su vida (entre 1894 y 1897). En muchas páginas de este escrito Soloviev alude al mal, haciendo la afirmación que si bien en las culturas orientales (asiáticas) el principio del mal se relaciona con la materia del mundo físico, el verdadero cristianismo considera la fuente del mal en el ámbito moral11. Para Soloviev el mal tampoco es una manifestación maniqueísta, sino que se trata de un mal que es una manifestación de la libertad y, por lo mismo, de la caída y es por eso por lo que en «el hombre coexisten el bien y el mal» (2016: 64). Esto quiere decir que el ser humano, en su labor de perfeccionamiento moral, debe siempre elegir entre el bien y el mal.

En el año 1873, confesaba en una carta: «Para mí, la convicción consciente de que la a condición actual de la humanidad no es la que debería, significa que debe ser cambiada, transformada. No reconozco como eterno el mal existente; no creo en el diablo. Al reconocer la necesidad de transformación, me comprometo toda mi vida y todas mis energías para realizar esa transformación»12.

A pesar de esta confesión expresada en su obra, al final de su vida, la idea del mal es plasmada en una visión apocalíptica. Y esto es lo que encontramos en su última obra llamada Los tres diálogos y el relato de Anticristo que muestra la manifestación del mal en el proceso histórico13, aunque es en la figura del Anticristo la que refleja la encarnación del egoísmo y de las fuerzas en potencia de la autoafirmación de la voluntad. Es decir, para cuando escribía estos diálogos, Soloviev veía en el mal «un principio anti divino que se convierte en una verdadera fuerza activa que ya no puede pensarse como una carencia o una deficiencia», como afirma Olivier Smiths (2011: 70).

El escrito es un conjunto de diferentes formas de escritura (diálogo, relatos, poemas, proverbios) y de múltiples personajes14, cada uno con una visión muy propia. Aunque, aparentemente, el tema del diálogo es la guerra y la paz, detrás de todo esto está la inquietud de saber el significado del mal sobre el cual se habla desde las primeras páginas.

¿Qué es el mal? ¿Sólo un defecto de la naturaleza, una imperfección que se desvanece al crecer el bien o, por el contrario, una fuerza real que domina nuestro mundo, mediante sus seducciones, de forma que, para para derrotarlo, es necesario tener un punto de apoyo en el otro orden del ser? (…). El problema del mal es importante para todos los seres humanos (Soloviev, 2016: 13).

El mal es una fuerza que recuerda la condición de la caída y la tarea del ser humano es luchar en contra de esta fuerza arbitraria. En el escrito Teohumanidad considera que el mal es parte de la voluntad y, por ende, de la libertad subjetiva del ser humano, afirmando lo siguiente:

este carácter tendente a la afirmación del elemento subjetivo en todo puede ser el origen a la vez de grandes males y de grandes bienes. Porque, aunque es verdad que la fureza personal que se afirma a sí misma separadamente es el mal; esa misma fuerza cuando se subordina al principio supremo [Dios], ese mismo fuego, cuando se somete a la luz divina, se convierte en fuerza de amor universal que todo lo abarca sin la fuerza de la persona que se afirma a sí misma, sin la fuerza del egoísmo, el mismo bien en el hombre resulta impotente y frio. Una mera idea abstracta. (…) La esencia del bien viene dada por la acción divina, pero la energía requerida para su manifestación en el hombre sólo puede obtenerse mediante una transformación pasando a un estado meramente potencial las fuerzas de la voluntad personal que se afirma a sí misma. En el hombre santo el bien en acto presupone el mal en potencia: por eso precisamente es tan grande en su santidad, porque podría también ser grande en el mal (Soloviev, 2006: 192).

El cuestionamiento que levanta esta postura de Soloviev es: ¿qué pasa cuando el bien se confunde con el mal? ¿qué pasa cuando los seres humanos están convencidos que hacen «un bien» y en el fondo se trata de un mal?

El filósofo ruso tiene razón al afirmar que, en general, los tratados de ética ignoran el concepto de mal, como si fuera algún secreto, un tema prohibido, cuándo la realidad es que el mal está presente en la realidad más que el bien. En la obra La justificación del bien, habla sobre el mal como una realidad que amenaza al hombre y la historia. El ser humano no puede nunca liberarse de esta elección definitiva entre el bien y el mal, ya que, sin esta elección, la vida estaría vacía de carácter moral y no se justificaría la existencia de un bien metafísico. Para que el bien metafísico sea posible, tiene que existir el bien moral, pero ¿cómo lograr esto, cuando existe también el mal?

El filósofo ruso no habla de un mal metafísico, pero sí un de mal moral cuyas raíces no están en el ser divino, sino en la libertad que define la naturaleza humana. Esto hace que, aunque la bondad tenga raíces metafísicas y sea un atributo de la divinidad —ya que Dios se expresa a través de la verdad, la bondad y la belleza—, no podrá eliminar el mal del mundo. El mal tiene que ver con la condición caída del hombre y es una fuerza que se apodera del alma, traduciéndose a través del egoísmo entendido como el mal radical de nuestra naturaleza. Para Soloviev el egoísmo no existe en estado puro, al menos entre los seres humanos y se manifiesta cuando «entre el propio yo y los demás seres se afirma una oposición absoluta, un abismo infranqueable» (2012: 111). En estas ideas se percibe la influencia del filósofo alemán Schopenhauer, al cual admiraba y de cuya obra fue lector. «Schopenhauer produjo en Soloviev un impacto tal, como ningún otro filósofo» (Lopatin, 2015: 43). Es más, habla de una lógica del egoísmo que la describe de la siguiente manera:

La ausencia de compasión como cualidad constante y principio práctico, se llama egoísmo. Veamos cómo se manifiesta: Yo soy todo para mí mismo y debo ser todo para los otros, pero los otros por sí mismos no son nada y resultan ser algo como medio para mí; mi vida y mi bienestar son un fin absoluto, mientras que la vida y el bienestar de los otros se toleran sólo como instrumentos para la realización de mis fines y como medios necesarios para mi autoafirmación. Yo soy el centro único y el resto del mundo solo circunferencia (Soloviev, 2012: 111).

Al no realizar la voluntad del yo surge, como consecuencia, el sufrimiento. Olivier Smith con razón menciona que para Soloviev, el mal y su corolario de sufrimiento residen en la voluntad de autoafirmación con exclusión de todo lo demás, en un impulso egoísta que gobierna los corazones humanos y los elementos del mundo natural por igual15. Por lo que el sufrimiento y el mal poseen un significado interno, subjetivo: existe en nosotros y para nosotros, son estados de la entidad individual. El mal se manifiesta, así, como una tensión de la voluntad que quiere afirmarse exclusivamente a sí misma. Esta presencia del mal como manifestación de la voluntad ofrece la perspectiva de un mundo de la autoafirmación que se opone al mundo divino. Es decir, el mundo natural es un mundo caído de la unidad divina y se caracteriza por multiplicidad y por el hecho de que cada entidad tiene un límite de sus acciones. Esta separación entre el mundo natural y el mundo divino se produjo por un proceso llamado libertad, pero igual es la libertad la que hace que esta multiplicidad del mundo quiera reunirse con la unidad que es la divinidad.

En Los tres diálogos, Soloviev explica el egoísmo y la envidia que carcomen el corazón del ser humano mediante lo que llama el poema de Delarue. Este último es un hombre agredido por su enemigo asesino. Ante la amenaza, Delarue ofrece todo a su enemigo: el amor, la comprensión, y hasta a su hija. Pero con todo esto, el agresor empieza a tener envidia de su bondad. Afirma: «Un espíritu elevado, bondadoso, turba a los mediocres» (Soloviev, 2016: 145) Y el asesino, lo mata por envidia, por la impotencia de ser como él ya que, «la epidermis del malhechor es golpeada por la bondad» (Soloviev, 2016: 146).

En el tercer diálogo de la obra mencionada, se afirma que el tema del mal puede estar presente, incluso, en el dogma cristiano —sobre todo, cuando se trata de actuar en base a normas y no al corazón; en base al intelecto y no a la conciencia—. Es el personaje llamado señor Z, quién afirma lo siguiente:

El mal posee una fuerza propia. Es una fuerza y no un defecto de la naturaleza como decía Soloviev.

El mundo no puede ser el producto del mal; sin embargo, el mal se manifiesta a todos los niveles del ser.

El mal se divide en: el mal individual (las pasiones, los impulsos); el mal social (la muchedumbre entregada al mal); el mal físico (las enfermedades, el debilitamiento del cuerpo físico); y el mal extremo (la muerte).

La única forma, o los únicos caminos para vencer el mal individual y social, son: a través de la resistencia al mal16, como le llama el filósofo y, a través de una resurrección auténtica. Uno de los personajes de Los tres diálogos, afirma:

De hecho, el mal existe y se expresa no sólo en ausencia del bien, sino en la oposición positiva y la preponderancia de las cualidades inferiores sobre las superiores en todas las esferas del ser […]. La existencia del mal tiene un sentido y una explicación definitiva en cuanto que sirve a una victoria mayor reforzando el bien y llevándole a su plena realización. La victoria contra el mal es la verdadera resurrección (Soloviev, 2016: 166-168).

El mal es así una fuerza necesaria en el mundo, ya que humanamente hablando es imposible pensar un mundo sin el mal. Éste último cuando es vencido por la resistencia, da lugar a la resurrección espiritual. Pero para esto, es necesario un desarrollo moral. El mal sirve para una victoria mayor del bien (es decir, el mal parece ser necesario para que el bien pueda surgir). Soloviov consideró necesario justificar el bien porque los hombres, estando en un estado de imperfección, con una visión deficiente, no logran reconocer el bien absoluto17. Y ¿qué significa el bien? El bien es la inspiración:

La inspiración del bien es la acción directa y positiva del principio del bien en nosotros y sobre nosotros. En presencia de esta influencia de lo alto, tanto el intelecto como la conciencia se convierten en colaboradores del bien. Al mismo tiempo, la moral, en vez de un buen comportamiento se convierte en una vida concreta en el mismo bien; un crecimiento orgánico y un perfeccionamiento del hombre completo interior y exteriormente, tanto de la persona como de la sociedad, del pueblo singular como de la humanidad en su conjunto (Soloviev, 2016: 172).

El bien es una llamada, una luz que inspira al hombre y que lo ayuda a luchar en contra de esta fuerza del mal. Lo que quiere decir el Señor Z, es que el bien no tiene nada que ver con cumplir normas, reglas, mandamientos, porque en este cumplimiento no hay una espontaneidad del corazón, algo que nace de modo genuino, es decir una inspiración. El bien deber ser una luz que inspira, es divinidad que se hace presente en el hombre, y no un patrón calculador. Quién pretende hacer el bien no significa que es bueno o que es de buen corazón. Por lo que, el bien se ve en las obras personales, en el desarrollo moral de la persona, en su resurrección espiritual y no en indicaciones u obras ajenas.

Soloviev pensaba que hay muchos malvados que se ocultan tras la máscara engañosa de obras benéficas, como el Anticristo. Esta figura está muy presente en la cultura rusa por la influencia de la religión y en general se refiere más a un falso Mesías. Es decir, en Rusia, el Anticristo es un tipo de mito cuyo papel era el de conceptualizar, de representar el camino del progreso en la historia18. A partir del siglo XIX, y a la vez con la influencia de Nietzsche en la cultura rusa19, se empezó a creer que el Anticristo es más bien la manifestación del mal en la naturaleza humana20. Aun así, «el Anticristo de Soloviev debe ser visto como su propia creación, en la que elementos de la tradición bíblica y de la iglesia, la autobiografía, las filosofías e ideologías rivales y mucho más encuentran un lugar», sostiene Olivier Smith (2011: 170).

Aunque habla de Anticristo al igual que Nietzsche, el retrato que hace es más cercano al Gran Inquisidor de Dostoievsky. Cuando este último escribía Los hermanos Karamazov, introduciendo la Leyenda del Gran Inquisidor, lo que quiso evidenciar en el personaje del Inquisidor es la idea de un salvador, benefactor y manipulador de la humanidad, que le tiene envidia a Cristo. La planeación de esta novela la compartió con Soloviev21, quien escribe su Anticristo casi treinta años después que Dostoievsky publicó su novela. Y, mientras, la leyenda está narrada con relación al pasado (la acción pasa en Sevilla del siglo XVI), el relato está pensado hacia el futuro. Sin embargo, ambos autores quisieron resaltar cómo el mal se presenta con la máscara del bien.

El Anticristo de Soloviev no simboliza la ausencia de la fe, sino la impostura religiosa, que es todavía más peligrosa, reflejada en una voluntad egoísta. En el Prólogo del libro, se menciona que el Anticristo es el advenimiento del hombre posmoderno:

En realidad, posee una ideología posmoderna: en un mundo sacralizado, sin horizontes trascendentes, no intenta imponer un sistema rígido y omnicomprensivo. Actúa en el vacío, entre la fragmentación religiosa y cultural. Acepta e incluso respeta a la Iglesia, eso sí, sin Cristo. Su utopía escatológica es de signo iluminista, tecnocrático, gnóstico (el hombre del futuro es un capitalista y progresista). Paz, progreso, pluralismo y el bienestar se revelan como seducciones diabólicas y mortíferas al exigirnos un solo y aparentemente minúsculo peaje: separarnos de la Verdad (Climent, 2016: 10).

Como afirma Olivier Smith:

La diferencia entre Cristo y el Anticristo se encuentra en la divergencia radical en la naturaleza de su amor. La actividad, o «tarea», de ambos surge de este amor, que es la fuerza activa en el movimiento hacia el futuro; el Anticristo es un falso profeta no principalmente debido a sus objetivos o motivos, que se rigen por la voluntad, sino porque su amor está enteramente dirigido a sí mismo (Smith, 2011: 172).

No cabe duda de que Soloviev lanza un desafío moral: la capacidad del mal de revestir una apariencia convincente pero estéril22; es decir, nos hace comprender que el mal es una realidad y una manifestación de nuestra voluntad y el peligro está en el hecho de que este mal puede ocultarse en aparentes manifestaciones bondadosas y humanitarias que ocultan el egoísmo.

Nikolai Berdyaev en su escrito La idea rusa, mencionaba también que estas reflexiones de Soloviev escritas al final de su vida, muestran el hecho de que estaba totalmente desilusionado del humanismo; y si en sus primeros escritos el tema del mal aparecía de vez en cuando, en los últimos años de su vida las reflexiones en torno al mal son predominantes y el retrato del Anticristo es prácticamente la expresión del Apocalipsis23 que es una visión muy presente en el mental colectivo ruso. Berdyaev reconocerá más tarde que el Anticristo representa la negación de la libertad del espíritu y su llegada será marcada por una tiranía radical y de la autocracia absoluta del poder en el mundo24. A pesar de esta perspectiva sombría, Berdyaev apostará por la creatividad, por una metafísica escatológica que conectan la llegada del fin con un triunfo final sobre la idea de cosificación y una victoria frente al problema del mal25.

II. Berdyaev: el misterio del mal y la creatividad que vence al Anticristo

Cuando se trata de la filosofía de Berdyaev casi siempre se resaltan la importancia de conceptos como personalidad, creatividad, espíritu, libertad o historia, sin embargo, su pensamiento abarca muchas otras problemáticas igual de importantes para la construcción de los conceptos mencionados y uno de ellos es el concepto del mal.

Con un maestro como Soloviev, testimoniando también el colapso26 del humanismo y del progreso, siendo el creador de una filosofía esperanzadora a través del personalismo cristiano y existencial y de sus reflexiones en torno a la libertad y a la creatividad como vías a través de las cuales el ser humano puede crear su destino; aun así, el concepto del mal27 no estuvo ajeno a las reflexiones de Berdyaev. El mal ha sido considerado por él uno de los más grandes misterios de la existencia del ser humano28 y, en sus escritos, la reflexiones en torno a este concepto no faltan29; además de que consideraba que toda concepción de vida profunda implica una visión sobre el mal, por lo que ignorar esto significa hacernos irresponsables30.

Para debatir este problema del mal, parte de un diálogo con las teorías monistas y dualistas sobre el origen del mal, rechazando a ambas: «estas teorías consideran el mal desde lo externo, sin sucumbir en su origen interno» (Berdyaev, 2009b: 161). El mal es un problema no sólo que no se puede resolver, sino que racionalmente ni se puede discutir, ya que, igual que el bien, es una manifestación arraigada en el Ungrund31 entendido como el abismo originario, una libertad primigenia, como el origen fundamental del ser y de la vida32.

En la filosofía de Berdyaev la existencia del mal es un problema mucho más complejo que no sólo tiene que ver con la naturaleza humana, sino con la existencia misma de Dios. Afirma el filósofo: «La existencia del mal implica el problema de la teodicea, de la demostración de Dios» (Berdyaev, 2009b: 159). Es decir, la existencia del mal no es un obstáculo para nuestra fe en Dios, sino una prueba de que Dios está presente. El filósofo hace esta afirmación al considerar que las mentes euclidianas de los tiempos modernos entendieron el mal como un obstáculo para tener fe ya que, debido a lo que él llama la teología positiva, se ha implementado la idea de que Dios es responsable de la existencia del mal.

La interpretación del misterio del mal a través del de la libertad es una interpretación suprarracional y presenta a la razón una antinomia. La fuente del mal no está en Dios, ni en un ser que exista positivamente al lado de Él... Así, el mal no está determinado por ningún ser posible y no tiene origen ontológico... El vacío (el Ungrund de Boehme) no es malo... Oculta dentro de sí mismo la posibilidad tanto del bien como del mal (Berdyaev, 2009b: 164-165).

Ungrund se encuentra en un nivel más profundo que la divinidad; es decir, se trata de una libertad abismal que permitió a Dios su labor de creación. La libertad no es creada, pero permite la creación y, por lo tanto, la libertad no es algo estático, sino un proceso dinámico. El Ungrund puede ser conocido, pero no mediante la racionalidad, sino a través de una «gnoseología mística con sus paradojas; es decir se trata de una experiencia espiritual que es mediada por la intuición mística» (Lubardié, 2002: 175). Así como el Ungrund que es la libertad abismal tiene que ver con la creación divina y humana, también tiene que ver con el origen del mal. Esto significa que Dios no es el responsable de la existencia del mal, sino que el mal es una posibilidad de la misma libertad en su dinamismo. Afirma el filósofo ruso:

Del Ungrund, del Abismo, nace la luz y Dios, en él ocurre el proceso teogónico. De allí también fluyen las tinieblas y el mal como sombras de la luz divina. El mal no es engendrado por Dios nacido (Dios el Creador), sino en el antes de Dios, en el Abismo, del cual fluyen tanto la luz como la oscuridad. Es posible comprender el mal sólo introduciendo el principio del desarrollo en la vida divina (Berdyaev, 1978: 181).

El hombre así tiene un doble origen: vía la creación su ser tiene origen en Dios, cuya imagen y semejanza es; y vía la libertad, tiene origen en el Ungrund33. Con esto Berdyaev libera a Dios de la responsabilidad del mal en el mundo34. El mal no tiene nada que ver con Dios, pero sí con la libertad y, por lo mismo, el que realiza este mal es el ser humano. Lo explica Berdyaev mediante el mito de la caída35, cuando la libertad del primer hombre está independiente de Dios que lo posiciona en un paraíso. La caída es el pecado original, y por lo mismo es el mal; pero el mal tiene una función; es decir, debido a esta caída o al mal, el hombre lucha en trascender y recuperar el paraíso perdido. El mal es una experiencia de la libertad36. El primer hombre es quién decide, al tener la libertad, salir del paraíso y adquirir conciencia. «La caída es la fuente de la conciencia» (Berdyaev, 1994: 36) y, por lo mismo, de la ética; por eso para el filósofo ruso, la ética tiene una raíz mitológica y es simbólica37.

La ética tiene su origen en la caída38 y, por lo mismo, es paradójica, ya que el mismo espíritu del ser humano es paradójico: la existencia del mal es también la posibilidad del bien; además de que, del bien se puede llegar al mal muy fácil. El mal no puede esquivarse, ignorase; por lo que, el carácter paradójico, trágico y complejo de la vida moral yace en el hecho de que «no sólo lo malvado es malo, sino que el que es bueno también puede ser malo» (Berdyaev, 2009a: 32). Es decir, la paradoja de la vida ética es que el hombre tiene que luchar de modo permanente con el mal para lograr el bien. El bien no es ontológico, es decir, no tenemos acceso a él solo porque somos seres humanos, tenemos acceso a él por la libertad que a la vez es también la fuente del mal.

Para demostrar esto, el filósofo ruso parte del desarrollo toda una antropodicea39 entendida como una nueva antropología en cuyo centro está la personalidad humana y conectada con la ética, ya que es está misma responde al cuestionamiento sobre el mal. Ahora bien, en el escrito El destino del hombre, Berdyaev habla de la existencia de tres estadios de la conciencia que se reflejan en la forma de pensar la ética: la ética de la ley, la ética de la redención y la ética de la creatividad, todas presentes en el ser humano. Y si bien la ética de la ley es necesaria, la vida del ser humano no se resume a la ley y tampoco a la mera redención, sino que la ética debería ser una teoría sobre el destino y la creatividad del hombre y no un obstáculo. El ser humano debe conocer el bien y el mal en su esencia a través de una experiencia espiritual creativa y no limitarse sólo al conocimiento abstracto de ideas sobre el bien y el mal (a las normas o leyes). El filósofo ruso estaba de acuerdo con Nietzsche40 de que hay que ir más allá del bien y del mal porque en la realidad el bien y el mal son meros símbolos; es decir, el filósofo ruso considera que debemos elevarnos por encima de las costumbres, normas, leyes, con las cuales comprendemos tanto el bien como el mal:

Alcanzaremos un resultado más satisfactorio cuando comprendamos que nuestras valoraciones relativas al bien y al mal son símbolos y no son reales. «Bien» y «mal», «moral» e «inmoral», «superior» o «inferior», no expresan ningún real existente, sino que son símbolos —no arbitrarios o convencionales—, sino razonables e inevitables. En su esencia, la realidad no es ni buena ni mala, ni moral ni inmoral, pero es simbolizada de esta manera en concordancia con las categorías de este mundo. El mundo no es la realidad última, sino sólo una fase —una fase en la cual el ser está alienado de sí mismo y, por eso, todo está expresado mediante símbolos— (Berdyaev, 2009a:18).

El hecho de que tanto el bien como el mal son símbolos, la moral está llena de paradojas; es decir, como la libertad es la fuente tanto del bien y del mal, no puede existir vida ética sin el mal. «La libertad es la condición esencial de la vida moral: libertad para el bien, así como libertad para el mal. No puede haber una vida moral sin también la libertad para el mal y esto ofrece a la vida moral un sentido trágico y hace de la ética una filosofía de la tragedia» (Berdyaev, 2009a: 19). El origen del mal no es, por lo tanto, Dios, sino que el mal está en las infinitas posibilidades que son manifestaciones de la libertad. Aunque el ser humano siempre ha querido liberarse del mal, esto ha sido casi imposible, ya que el mal no es como una prenda vieja del cual nos podemos deshacer para siempre, sino que es una posibilidad de la libertad y siempre está latente en nuestras decisiones, es decir, la posibilidad del mal está latente en cada acción. Por eso negar la existencia del mal es negar nuestra propia liberad41 y, a la vez, perderla. Tenemos que enfrentar este mal, pero no eliminarlo y en el ser humano el mal toma diferentes matices engañosos: desde la ilusión, la mentira, la falsedad, en la autoafirmación, en el orgullo y el egoísmo; es decir, todo aquello que impide al hombre devenir espíritu; es decir, devenir personalidad42.

El problema de fondo que Berdyaev detecta es que, si bien la ética reconoce el mal, no tienen propuestas para crear nuevos caminos para el conocimiento de Dios; al contrario, la ética se vuelve un obstáculo y esto da lugar a una tragedia moral, ya que el bien no puede conquistar definitivamente el mal. Por eso advertía nuestro filósofo en tener cuidado porque la lucha en contra del mal nos puede volver malvados. Es un sinsentido, ante el mal ponerse en una postura de autoridad moral. La única manera de superar el mal y esta tragedia moral, es mediante una nueva ética, que llama la ética de la creatividad, capaz de superar una moral heterónoma que imponía la ley para vencer el mal. Es decir, ante el mal es mejor la creatividad y la búsqueda de belleza. Se ha demostrado que la ley ni puede vencer el mal y ni lo supera y es por lo mismo que Berdyaev propone una ética creativa, una llamada para el renacimiento espiritual del hombre.

La ética de la creatividad es la ética de la libertad y no tiene nada que ver con la legislación (la normatividad), sino con la energía creativa, con el fuego creador del espíritu humano, que se obtiene en la realización de los valores. La creatividad es nuestra batalla en la condición de ser caídos y, a la vez, es sacrificial. «La verdadera creación implica catarsis, purificación, la liberación del espíritu. Por eso es diferente a la generación o a la emanación» (Berdyaev, 2009a :126). La creación es opuesta a la evolución. En esta última nada nuevo surge, sino se trata de una retribución de lo viejo. «La evolución es necesidad, pero la creación es libertad» (Berdyaev, 2009a: 126). La creación por eso es el gran misterio de la vida, y es la expresión de la libertad y el amor; es el surgimiento de algo totalmente nuevo, además de ser un acto que tiene que ver con la interioridad. La creatividad es la actitud de la vida, no es el derecho de un ser humano, sino es su deber43 y esto significa la realización de un valor moral.

A pesar de esto, el mal mora en el mundo. Su presencia y tentación atormenta el alma del hombre que se deja poseer por el orgullo, ambición, envidia, crueldad, viviendo así desposeído por la libertad espiritual. Por lo mismo, el mal tiene unas manifestaciones de las más diversas en la hipocresía, en el fanatismo y en el miedo, todas ellas degenerando la personalidad. Aun así, debido a la libertad, a la que el espíritu tiene acceso, siempre es posible una regeneración espiritual. Por lo que, nuestro filósofo no tiene una actitud radical de rechazo ante el mal; más bien sostiene una tesis inquietante: el mal que es necesario. Como bien dice Tsonchev: «La paradoja del mal necesario en la filosofía de Berdyaev se esconde detrás de su atractivo poder para escribir sin descanso y dar respuesta a todas las preguntas que se plantea, y no quedarse mucho tiempo en una sola pregunta» (Tsonchev, 2021: pos. 6165). Es decir, sin esta vivencia de la caída y de la condición trágica no es posible nacer de nuevo, renovarse espiritualmente ya que el ser humano está realmente llamado a vencer el mal con la creatividad44; y esto es el sentido de una ética escatológica, que no finaliza en una visión apocalíptica, sino en una invitación a luchar creando:

No debemos esperar pasivamente, con horror y angustia, el fin inminente y la muerte de la personalidad humana y del mundo. El hombre está llamado a luchar activamente contra las fuerzas mortíferas del mal y a prepararse creativamente para la venida del Reino de Dios (Berdyaev, 1994: 233).

Esto no significa que la lucha del ser humano debe ser contra la libertad; es decir, la victoria contra el mal no es la destrucción de la libertad —así como algunos sistemas políticos o religiosos lo han hecho—, sino que se trata de una orientación del hombre hacia la luz divina de la libertad, como menciona nuestro filósofo.

Ante el pesimismo de Soloviev con relación al concepto de mal, es decir, ante esta perspectiva de la llegada de un Anticristo, Berdyaev tiene una mirada más esperanzadora y considera que la experiencia del mal, además de que es necesaria y no se puede evitar, también puede representar para el ser humano una posibilidad redentora. Esto es hacer el esfuerzo de levantarse de esta condición caída y transformar, a través de la creatividad y los valores, la posibilidad del mal en el bien y de la conexión con lo divino. Dios está ahí, presente siempre para ayudarnos en un acto colaborativo, precisamente vencer la posibilidad del mal. Por lo que, el mal, el sufrimiento y el infierno, tal como se experimentan en este mundo, no pueden invocarse como evidencia en contra de la existencia de Dios, porque la fe en Dios surge precisamente en virtud del anhelo del hombre por la liberación del mal. La experiencia del mal invita al hombre a trascender este mundo, aunque se sienta abrumado por el sinsentido de su existencia mundana45.

Conclusiones

Las propuestas de Soloviev y Berdyaev en cuanto la comprensión del mal, pueden ser pertinentes y levantar inquietudes, pero por lo mismo son originales. Para los dos, el mal es una posibilidad de la libertad. Por lo tanto, más que un problema ontológico, es un problema moral. Igual que el bien, el mal tiene su origen espiritual en la libertad y, por lo mismo, representa una fuerza necesaria. Mediante ella, el hombre está obligado y aprende a luchar para liberare y conquistar el bien. Se trata de una visión trágica del hombre destinado a una lucha permanente, pero a la vez creativa en contra de una fuerza que se origina en la libertad. Esta lucha en contra del mal es también la vía de edificación espiritual del hombre.

Esto no representa la garantía que nos mantengamos, como sociedad, lejos de los anticristos. Este tipo de figuras, siempre aparecerán y su presencia debería ser una advertencia sobre dónde nos lleva el egoísmo y la autoafirmación. Los anticristos son todos aquellos seres humanos que han usado la libertad para destruir su propia personalidad a través del egoísmo, el orgullo, de la avaricia, de la vanidad, la mentira, la indiferencia; en otras palabras, todos aquellos que se han entregado a las pasiones del mal y han olvidado de los lazos que los une con lo divino. Como diría Berdyaev: «La causa del mal radica en una falsa e ilusoria autoafirmación y orgullo espiritual que posiciona la fuente de la vida no en Dios, sino en el egoísmo que es la aniquilación de la personalidad humana» (Berdyaev, 1994: 167).

Ante este panorama ambos filósofos hablan de la resistencia (lucha creativa) y de una resurrección espiritual que es la afirmación de lo divino en el hombre.

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Dobre: Profesora de filosofía e investigadora Nacional SNII en SECITHI, NIVEL 2, México. Universidad Tecnológico de Monterrey, (México) Escuela de Humanidades y Educación.

Líneas de investigación: Filosofía moderna, Antropologia Filosófica, Personalismo, Filosofía existencial.

Publicaciones recientes:

Reconstruction of Peace in a World of War. Moral Concerns about the Future, Edited by Catalina Elena Dobre, Gabriela Palavicini, Rafael García Pavón, New York: Ed. Springer Palgrave Macmillan, 2025. https://doi.org/10.1007/978-3-031-95123-7

Nikolai Berdyaev. Moral Insights For Our Human Future, Edited by Catalina Elena Dobre and Ivan Ivlampie, Switzerland: Ed. Springer Nature, 2025. https://doi.org/10.1007/978-3-032-02797-9

Correo: c_e_dobre@yahoo.com.mx


1. Si bien en el siglo XIX se forma una nueva clase social en Rusia llamada la Intelligentzia, que eran los intelectuales, estos se dividirán en dos grandes ramas: los occidentalistas, ya que eran intelectuales que estudiaron en Europa, sobre todo en Alemania, y se caracterizaron por una asimilación de esta cultura occidental. Y los eslavófilos que acentuaban las características que separaban a Rusia de Occidente e idealizaban a la Santa Madre Rusia. Los eslavófilos fueron los que defendían la religiosidad de los rusos ante la pérdida de religiosidad de Europa.

2. El interés de Soloviev por Jacob Boehme llega por la lectura de Schelling y se debe en especial al tema de la sofiología, e implícito, por la mística. Mas tarde, será Berdyaev quién seguirá los pasos de Soloviev en este interés por el místico alemán. (Cfr. Warner M., 1986: 46). En la Introducción al escrito Freedom and the Spirit, Berdyaev remarca lo siguiente: «En el cristianismo hay lugar no sólo para Santo Tomás sino también para Jacob Boehme, no sólo para el metropolitano Filarete sino también para Vladimir Soloviev» (Berdyaev, 2009: xvii).

3. Soloviev fue uno de los más apasionados seguidores de la filosofía de Schelling en la Rusia decimonónica, aunque las intenciones de sus sistemas de pensamiento son diferentes. Lo que Soloviev debe a Schelling fue la idea de filosofía de la revelación, ya que el filósofo alemán se aparta con esta idea de la teología racional. (Cfr. Valliere, 2000: 120).

4. Cfr. (Calzada, 2013: 36-37).

5. De hecho, la expresión de “idea rusa” pertenece a Soloviev para después ser tomada por Berdyaev quién escribe un libro llamado La idea rusa (1918). Esta idea rusa se debe al intento de buscar una unidad nacional, ya que, en el siglo XIX, había diferentes facetas de Rusia. Es decir, la Rusia zarista, la Rusia de San Petersburgo, la Rusia de Kiev, la Rusia socialista, la Rusia cristiana, y por qué no, la Rusia eslavófila y la Rusia occidentalizada, la Rusia de los aristócratas y la Rusia de los muzhik (de los más pobres) o del norodnik (los trabajadores y los campesinos). Como bien subrayaba Berdyaev en su escrito La idea rusa, los rusos son un pueblo polarizado y de ellos sólo se puede esperar lo inesperado; por lo mismo la historia de Rusia es de las más dolorosas (Cfr. Berdyaev, 1948: 5).

6. Si bien Soloviev conoce a Dostoievsky y se vuelven amigos; Berdyaev dedicará un escrito al genio ruso y lo mencionará casi en toda su obra.

7. Recordamos el personaje de Raskolnikov quien está convencido que hace un bien, matando y así salvando la humanidad, o el Gran Inquisidor que se presenta ante los demás como el bienhechor cuando en el fondo es el Anticristo.

8. Que representa la antinomia de Cristo; es decir, Dios-Hombre (Cristo) y el Anticristo (el hombre-Dios), Soloviev hablando inclusive de una segunda naturaleza del mal encarnada en la imagen del que trae la «paz universal» o del «benefactor», como veremos.

9. Cfr. (Lopatin, 2015: 28)

10. La divinohumanidad constituye el centro del pensamiento filosófico y religioso de Soloviev, y también más adelante de Berdyaev, además de que representan la esencia de la filosofía religiosa rusa. El símbolo de la divinohumanidad es Cristo, y representa desde un punto de vista filosófico la idea de que la presencia de lo divino transforma al ser humano en hombre espiritual o persona; es decir, Dios necesita al hombre para manifestarse y el hombre necesita a Dios para devenir personas, por lo tanto, hay un encuentro, un espacio potencial en el cual Dios y el hombre están en una relación de co-realización.

11. Cfr. (Soloviev, 2012: 77).

12. Carta a E. K. Romanova, 2 de agosto de 1873 en The Karamazov Correspondence. Letters of Vladimir Soloviev. Edited by Vladimir Wozniuk, Boston: Academic Studies Press, 2019 (Kindle Edition).

13. Cfr. (Newsome, 2015: 95).

14. El General que es un tradicionalista más aferrado al pasado; la Señora que es un intermediario y hace el papel de una salonier (es decir de una mujer culta que se ocupaba con abrir su casa para recibir intelectuales y debatir sobre diferentes temas), el Político que es progresista; el Príncipe que es un moralista; y el Señor Z que es más un tipo de profeta, el sabio del diálogo.

15. Cfr. (Smith, 2011: 125).

16. Idea difundida después por el escritor Lev Tolstói, al hablar sobre el pacifismo y al presentar su filosofía contra la violencia.

17. Cfr. (Sutton, 1988: 88)

18. Cfr. (Rydzek, 2015: 237). Es decir, esta idea no simboliza al Satanás, sino que los rusos creen que en el pasado remoto el diablo fue dejado libre y el poder del Anticristo empezó a manifestarse en el mundo (Cfr. Ibid.., p. 237). Lo cierto es que en cada época los rusos tenían su idea de Anticristo.

19. Esta influencia de Nietzsche en la cultura rusa es todo un tema ya explorado sobre todo por María Fernández Calzada, «Nietzsche, el profeta del renacimiento religioso del Occidente. Sobre la recepción de Nietzsche en Rusia (1890-1917)», en Estudios Nietzsche, no. 14/2014, pp. 117-129; hablándose inclusive de una «rusificación de Nietzsche». Soloviev lee a Nietzsche e, inclusive, le dedica algunos ensayos en los cuales también resalta su crítica a Nietzsche.

20. Pensadores como Dostoievski, Soloviev, Berdyaev y otros, empezaron a escribir sobre esto.

21. A partir de 1877 entre Soloviev y Dostoievsky empieza una sólida amistad. Los separaban varios años, pero la admiración de Soloviev para Dostoievsky y esta amistad profunda se vio materializada en varios escritos: Una lección (1881); Apropósito de la muerte de Dostoievski, y el libro-homenaje que se llama Tres Discursos en Memoria de Dostoievski (1881-1883).

22. Cfr. (Soloviev, 2016: 157).

23. Cfr. (Berdyaev, 1948: 207).

24. Cfr. (Berdyaev, 2009b: 157).

25. Cfr. (Warner, 1986: 44).

26. A través de una vida difícil en la Rusia del inicio del siglo XX, al ser reaccionario al régimen bolchevique, al ser encarcelado, prohibido, por el mismo régimen, después el exilio, y las dos guerras mundiales que vivirá.

27. Se conoce que, al escuchar una conferencia impartida por Buber en 1933, Berdyaev no estuvo de acuerdo con el filósofo judío quien sostenía que el problema del mal se puede resolver. Cfr. (Tsonchev, 2021: pos. 6165).

28. «La existencia del mal es de los más grandes misterios de la vida» (Berdyaev, 2009a : 86)

29. De hecho, en su obra autobiográfica, afirma: «En el centro de mi pensamiento figuran siempre los problemas de la libertad, de la actividad creadora, de la personalidad, los problemas del mal y la teodicea» (Berdyaev, 1962: 104).

30. Cfr. (Berdyaev, 2009b: 161).

31. Bogdan M. Lubardié, al analizar el concepto y al especificar que Berdyaev presta el concepto de Jacob Boehme, resalta algunas características. En primer lugar, Ungrund es para Berdyaev la libertad meonica, es decir infinita, abismal; segundo, no es un concepto racional, es decir, no pertenece al intelecto, sino que es un mito, un símbolo, captado sólo mediante una intuición mística. Tampoco es similar al sartreano “la nada”. Ungrund precede la existencia, pero no es una causa divina, es un misterio inefable, es el abismo indeterminado que precede la creación misma de Dios. Cfr. (Lubardié 2002: 171-172).

32. Cfr. (Berdyaev, 2009b: 119).

33. En cuanto este concepto de abismo, Ungrund, Berdyaev mismo refiere a que fueron Boehme y Schelling los filósofos que mejor lo explicaron. «Según la notable teoría de Schelling sobre la libertad, el mal es un retorno al estado de puro poder. En el principio estaba el Logos, el Verbo, el Sentido y la Luz. Pero esta verdad eterna de la revelación religiosa sólo significa que el reino de la luz se ha realizado inicialmente en el ser y que el Logos triunfó desde el principio sobre las tinieblas de todo tipo. La vida divina es una tragedia. Ya en el principio, antes de la formación del mundo, existía el vacío irracional de la libertad que debía ser iluminado por el Logos» (Berdyaev, 2009b: 165).

34. Berdyaev consideraba que la teología tradicional no resuelve el problema del mal. Esta idea está en contra de la teología positiva, que al considerar a Dios la fuente de la libertad, y por lo mismo también del mal, dio lugar al ateísmo, como afirma Paul E. Pfotenhauer (Pfotenhauer, 1952: p. 7).

35. Para el filósofo es imposible comprender la vida espiritual (la experiencia religiosa y ética) sin la mitología que es una realidad simbólica como el mito de Prometeo, el mito de la Caída, el mito de Dionisio, etcétera. Además, considera que el cristianismo -aunque también las otras religiones- es totalmente mitológico ya que expresa de modo profundo las realidades del mundo espiritual. «La mitología tiene su origen en los albores de la conciencia humana, cuando el espíritu estaba envuelto en la naturaleza, cuando el mundo natural aún no se había convertido en un sistema rígido y cuando las fronteras entre los dos mundos no estaban claramente definidas» (Berdyaev, 2009b: 72).

36. No se debe entender de aquí que la función de la libertad es producir el mal. Al contrario, en su escrito Libertad y espíritu, habla de tres estadios de la libertad: la libertad como Ungrund, que es la libertad abismal en la cual se originan las fuerzas latentes del bien y del mal; la segunda libertad es una libertad irracional que lleva al ser humano a una condición de esclavitud, a anarquía y a la arbitrariedad; y una libertad divina, espiritual y creadora que es la libertad que el ser humano debe perseguir. Cfr. (Berdyaev, 2009b: 131-134).

37. En el escrito La libertad y el espíritu, aclara que la existencia de un símbolo implica la existencia de dos mundos; «un símbolo nos enseña que el sentido de un mundo se debe buscar en el otro; y este sentido es revelado en este segundo mundo. Plotino entendió por símbolo la unidad de dos mundos» (Berdyaev, 2009b: 54). En otras palabras, quiere decir que una experiencia espiritual implica la existencia de símbolos, ya que se trata de una experiencia dinámica que ve en este mundo símbolos de otro mundo, percibiendo lo divino como un misterio. Cfr. (Berdyaev, 2009b: 55). Por lo mismo, una ética se puede entender a partir de la caída que es un símbolo.

38. «Nuestra actitud hacia el mal debe ser como la del Creador, tolerante y ofensiva. No hay forma de escapar de esta paradoja, porque tiene sus raíces en la libertad y en el hecho mismo de la distinción entre el bien y el mal. La ética seguramente será una paradójica porque tiene su origen en la Caída. El bien hay que realizarlo, pero tiene un mal origen» (Berdyaev, 2009a: 149).

39. «Se ha escrito mucho para justificar a Dios, y esto era la teodicea. Ya es hora de describir la justificación del hombre, de edificar una antropodicea, visto que quizás la antropodicea sea la única vía para la teodicea, el único camino que no está agotado y cerrado» (Berdyaev, 1978: 19). La antropodicea plantea la idea de que el ser humano debe tener una emancipación espiritual con relación a la necesidad, y elevarse hacia el mundo cósmico. Es una antropología renovada que reconoce en el ser humano su naturaleza divina, es decir la imagen y semejanza de Dios. La antropodicea es una antropología cristológica.

40. «El valor más elevado está más allá del bien y del mal. Por regla general, la ética está enteramente del lado del bien y del mal, y el bien no es un problema para ella. Nietzsche vio toda su fuerza. (…) Más allá del bien y del mal descubrió una moral superior» (Berdyaev, 2009a: 27)

41. Y esto han hecho todos los regímenes totalitarios. Al querer eliminar el mal han acabado con la libertad de los seres humanos.

42. La personalidad no es algo dado, sino que es un desenvolvimiento; tampoco está hecha por partes separadas, sino que es un modo de ser que integra en sí, de manera única, diferentes partes de la realidad. Por lo mismo la personalidad no se reduce a una sustancia, sino que es un acto creativo permanente. Dado esto, Berdyaev entiende la personalidad como una categoría axiológica que se relaciona con valores que trascienden la condición natural y biológica. La personalidad es un acto de emancipación con relación a la naturaleza; la personalidad es llegar a devenir espíritu.

43. Cfr. (Berdyaev, 2009a: 132).

44. Berdyaev define la creatividad como una energía como un fuego interior. Creando el hombre se escapa al tiempo y entra en el ámbito de la libertad. El creador no es un dueño o algún privilegiado, es el que da con abundancia todo lo que tiene. «Todo acto creativo de nosotros hacia otras personas – el amor, la compasión o el apoyo- es eterno» . (Berdyaev, 2009a : 148).

45. Cfr. (Berdyaev, 1962: 282-283).

ISSN: 1889-6855 ISSN-e: 1989-3787 DL.: PM 1131-2009

Asociación para la promoción de la Filosofía y la Cultura en Málaga (FICUM) y UMA Editorial

Resumen

El objetivo de este artículo es presentar las posturas de Soloviev y Berdyaev sobre el concepto del mal, como un acercamiento original que, tiene que ver con la comprensión simultánea de la naturaleza humana y la libertad. Ambos pensadores consideraron que el mal es una fuerza, una posibilidad de la libertad, cuya única forma de vencerlo es asumiendo la tarea ética del ser humano de colaborar con lo divino. Por eso analizaremos desde Soloviev la figura del Anticristo, como símbolo del ser humano que ha roto sus lazos con lo divino; para Berdyaev la única forma de sobrellevar el mal, o de vencerlo representa la tarea ética más importante ya que el mal es una necesidad en el proceso de transformación espiritual del ser humano. Es decir, su edificación depende de la fuerza para luchar en contra del mal.

Palabras clave

Abstract

Keywords

Mal; libertad; tarea ética; personalidad; Soloviev; Berdyaev.

The aim of this article is to present the concept of evil in Soloviev and Berdyaev´s philosophy as an original approach that has to do with the simultaneous understanding of human nature and freedom. Both of them considered that evil is a force, a possibility of freedom, whose only way to defeat it is by assuming the ethical task of the human being to collaborate with the divine. That is why we will analyze from Soloviev the figure of the Antichrist, as a symbol of the human being who has broken his ties with the divine; For Berdyaev, the only way to overcome evil, or to defeat it, represents the most important ethical task since evil is a necessity in the process of spiritual transformation of the human being. That is, its construction depends on the strength to fight against evil.

Evil; freedom; ethical task; personality; Soloviev; Berdyaev.